RADIACIONES ELECTROMAGNÉTICAS POR TORRES DE ALTA TENSIÓN Y SUS EFECTOS NOCIVOS

03.09.2011 21:55

 

La electricidad tiene una cara oculta: múltiples investigaciones han desvelado la nocividad de las líneas de alta tensión para quienes trabajan, hablan o permanecen cerca de ellas además de para la naturaleza. Sin embargo, poderosos intereses creados impiden que se establezcan medidas eficaces de seguridad.
"Solo conocemos actualmente unas pocas de las radiaciones invisibles. Además hemos comenzado a darnos cuenta de su diversidad y de lo limitado de nuestro conocimiento sobre las radiaciones que nos rodean y atraviesan. Un hecho que es difícil de comprender por mentes acostumbradas a otras concepciones del universo... Estamos rodeados y penetrados en todo momento y en todo lugar por un eterno cambio, combinado y compuesto por radiaciones de diferente longitud de onda, desde la diezmillonésima parte de un milímetro hasta un buen número de kilómetros".
Quizá estas palabras del científico soviético V.I. Vernadskii, fechadas en 1926, sean un buen punto de partida para tratar un tema tan importante y desconocido como el de los efectos de las líneas eléctricas de alta tensión, apenas un ejemplo más de las controvertidas consecuencias del avance científico y tecnológico, o mejor dicho, del uso que de él se hace. Es indudable que hoy en día se ha adelantado mucho en el conocimiento de esas radiaciones invisibles de origen natural de las que hablaba Vernadskii, pero no es menos cierto que a éstas se han ido añadiendo otras muchas de origen artificial, capaces de producir efectos perjudiciales sobre los seres vivos.
MÚLTIPLES DOLENCIAS
La propia Organización Mundial de la Salud, junto con el Programa del Medio Ambiente de las Naciones Unidas y la Asociación Internacional de Protección de la Radiación, auspiciaron en 1981 un trabajo de investigación por parte de un grupo de especialistas internacionales sobre algunas de estas radiaciones no pertenecientes al espectro visible: la microondas y radiofrecuencias. En el mismo se afirma textualmente: "El creciente uso de aparatos eléctricos y electrónicos junto al rápido desarrollo de los sistemas de comunicación (por ejemplo vía satélite), radioaficionados, repetidores de televisión o instalaciones de radar, ha elevado la posibilidad de exposición humana a la energía electromagnética y, al mismo tiempo, la de que ésta tenga efectos sobre la salud..."
En el mismo informe se utiliza el término de "contaminación electromagnética" y se da cuenta de los resultados de la experimentación con animales y campos electromagnéticos similares a los que genera una línea eléctrica de 400 kilovoltios. La córnea y cristalino oculares, y en menor grado la retina, resultan ser sumamente sensibles: desciende el número de glóbulos rojos y aumenta la concentración de hemoglobina; se producen también alteraciones en el sistema inmunitario y efectos teratógenos sobre el material genético (aparición de aberraciones cromosomáticas). El informe recoge distintas dolencias detectadas en personas relacionadas profesionalmente con estos campos magnéticos (datos aportados fundamentalmente por el doctor Marha, catedrático del Instituto de Higiene Industria y Enfermedades Profesionales de Praga): disminución de la espermatogénesis, cambios en la menstruación, alteración de la proporción de nacimientos de varones y hembras, efectos congénitos en recién nacidos, disminución de la lactancia, síntomas asténicos, descenso de la tensión arterial y bradicardia. Otras investigaciones avalan o incluso amplían la lista de efectos.
Las muertes súbitas de lactantes sin causa aparente, por ejemplo, han sido relacionadas por el ingeniero eléctrico alemán Egon Eckert con la cercanía a las vías electrificadas, emisoras de radio, radar y líneas de alta tensión. Para el biofísico Andrew Marino y los doctores Robert Becker y Perry, de la Escuela de Medicina del Centro Médico de la Universidad de Luisiana estas mismas fuentes electromagnéticas son, a través de un efecto aditivo o sinérgico, desencadenantes de diversos cánceres. Estos últimos investigadores han comprobado, además, que 590 casos de suicidio de 1.184 estudiados, correspondían a moradores cercanos a líneas de alta tensión de 50 hertzios. Por su parte, un grupo británico de la Universidad de Salford, dirigido por el doctor Cyril Smith, ha puesto de manifiesto un tipo de drogadicción originada por campos magnéticos. Según han comprobado, las personas que habitan cerca de líneas de alto voltaje sufren una superproducción de ciertas sustancias que el organismo fabrica de modo natural: las endorfinas. La concentración de estas auténticas drogas, de acción muy similar a la de la morfina, disminuye cuando lo hace la tensión eléctrica o cuando estas personas se alejan de las líneas, sufriendo un cuadro típico de abstinencia propio de los toxicómanos desprovistos de su dosis habitual.
Sin embargo, han sido los científicos soviéticos quienes primero y en mayor número y profundidad han efectuado investigaciones obres esta contaminación enemigo de la salud. Ya en 1962, después de que funcionasen las primeras líneas de 500 Kv durante varios meses, se investigaron los dolores de cabeza, malestar físico general, cansancios, insomnio e impotencia que empezaron a padecer los trabajadores de estaciones transformadoras intermedias.
El informe, corroborado por más de cien posteriores en la Unión Soviética, concluía que trabajar sin medidas protectoras entre 500 y 750 Kv podía causar trastornos en el sistema nervioso central, corazón y vasos sanguíneos y alterar la estructura de la sangre. Otro trabajo en el que se examinó a 200 empleados de las estaciones transformadoras de 220, 330 y 500 Kv, puso de manifiesto un significativo aumento de la hemoglobina, amnesia, cambios de conducta (como estrés y otros) y dolencias más graves relacionadas directamente con la línea de alta tensión. Pero ¿cómo ejercen estas ondas su acción nociva y a qué intensidades?.
ACCIÓN SUTIL DE LOS CAMPOS MAGNÉTICOS
Las líneas eléctricas de alto voltaje son las vías por las que discurre la energía eléctrica en ondas de baja frecuencia, aunque con una particularidad: la fuerza eléctrica en ondas de baja frecuencia, aunque con una particularidad: la fuerza eléctrica no pasa solamente a través o por dentro del cable, sino que, produciendo ondas en su misma dirección, genera un campo magnético que se extiende a su alrededor a considerable distancia y pierde intensidad con la misma (imaginemos el oleaje que produce un gran barco al surcar el mar).
Esto se puede comprobar con un fluorescente. Haced la prueba: llevaos un fluorescente con toma de tierra y comprobad cómo bajo una línea de alta tensión sigue encendido sin necesidad de estar enchufado a la red.
Como las ondas de baja frecuencia no son capaces de romper las moléculas orgánicas que atraviesan y formar así partículas cargadas eléctricamente (iones), se incluyen entre las denominadas radiaciones no-ionizantes. Por eso, mientras las radiaciones ionizantes destruyen las células vivas, las no ionizantes ejercen su acción a un nivel mucho más sutil y desconocido por la ciencia.
Para los doctores Marino y Becker, los campos electromagnéticos de baja frecuencia afectan a los seres vivos al suministrarles unas cantidades de energía que pueden desencadenar mecanismos fisiológicos específicos, análogamente a como, de forma natural, pequeñas corrientes eléctricas procedentes dl cosmos controlan las actividades vitales.
Según Marino, en el cosmos las células existen en equilibrio con su microambiente eléctrico inmediato. Ciertos cambios en éste dan por resultado una información que es transmitida a las células y que es capaz de controlar sus funciones. Así una determinada célula puede ser activada para diferenciarse, incrementar la síntesis proteica o disminuir la producción de hormonas. En algunos casos las reacciones de los organismos vivos a los campos magnéticos sólo ocurre mediante este efecto disparador a ciertas intensidades óptimas. Pero también se dan efectos acumulativos producidos por repetidas exposiciones, y en intensidades más bajas s observa cómo una simple exposición puede rebasar el umbral de reacción y activar el mecanismo.
Es obvio que si los ciclos de los seres vivos dependen de los ritmos del campo magnético de la Tierra, si las tormentas magnéticas solares originan cambios de conducta, enfermedades mentales o suicidios, no podemos esperar que la sobrecarga electromagnética que está imponiendo la moderna tecnología no tenga consecuencias sobre esos dieléctricos o pilas eléctricas que son los seres vivos.
AUSENCIA DE MEDIDAS DE SEGURIDAD
Las repercusiones negativas de las líneas de alta tensión no parecen tan evidentes para las empresas eléctricas (que poseen informes científicos secretos), ni para las autoridades sanitarias u organismos oficiales. En algunos países, como la URSS, la intensidad máxima inocua se cifra en 5 Kv/m y existen severas normas de seguridad: nadie debe exponerse a campos de más de 25 Kv/m (la máxima exposición debe ser de 5 minutos cada 24 horas): a 10 Kv/m se permiten 3 horas de estancia y a 5 Kv/m cualquier periodo de exposición es seguro. Sin embargo la OMS se limita a recomendar un mayor número de investigaciones y establece en 20 Kv/m la intensidad máxima inocua. Para esta organización, los campos eléctricos y magnéticos de sistemas de alto voltaje de hasta 420 Kv no constituyen un peligro esencial para la salud humano, lo cual basándose en la experiencia, es también cierto para 800 Kv. En 1978, sin embargo, unos jueces en Nueva York fallaron a favor de la población que vivía en una zona de 200 m alrededor de una línea de 750 Kv, reconociendo el riesgo para la salud. Las compañías eléctricas tuvieron que sufraga un cambio de residencia masivo.
Una persona montada sobre un tractor, bajo una línea de 765 Kv, está expuesta a un campo electromagnético tan intenso que en la URSS está prohibido permanecer ahí siquiera durante un minuto. Para líneas eléctricas capaces de generar campos electromagnéticos de más de 25 Kv/m, se prohíbe hasta una distancia de 110 metros de presencia de todo tipo de edificaciones, paradas de autobús o vehículos, así como el uso de protectores metálicos en la maquinaria agrícola. Bajo este tipo de líneas disminuye el crecimiento vegetal, a 100 m se producen alteraciones sanguíneas y circulatorias, y a 300 m cambios de conducta y pérdida de reflejos.
CONTAMINACIÓN Y ALTERACIÓN DE LOS ECOSISTEMAS
No cabe duda de que las líneas de alta tensión producen contaminación atmosférica. Debido al llamado "efecto corona" descargan electrones al aire circundante desde el cable conductor, que activa químicamente las moléculas de aire con lo cual se producen nuevos compuestos. Es el caso del oxigeno que se ioniza y transforma en ozono y cuya proporción a razón de una sola molécula entre 12 millones de moléculas de aire ya puede ser peligrosa para la vida humana. También se originan óxidos de nitrógeno, componentes del smog fotoquímico, diez veces más tóxico que el ozono y que combinados con el agua de lluvia producen la temida lluvia ácida.
Según el doctor Hirsch del departamento de Física de la Universidad de Minesota, cada día que una línea de alta tensión trabaja normalmente se producen, en cada milla, 60 litros de ozono y 40 de óxido de nitrógeno. Asimismo, en el Laboratorio Nacional de Oak Rigde (EE.UU.) se comprobó cómo en sólo diez minutos, líneas de 500 Kv producían concentraciones de ozono diez veces superiores al nivel normal ambiental. La lluvia ácida cae a lo largo d toda la línea, sobre todo si hay inversiones de temperatura.
Las brisas, por su parte, favorecen el aumento de los niveles de ozono y su transporte a otras áreas.
Además, el ozono no sólo puede producirse en la superficie de los cables conductores, sino también en cualquier borde afilado de las torres, en cercas de alambres d púas situadas por debajo de la línea, y hasta en algunas puntas de las ramas y hojas que sobresalgan. Por otra parte, también se ha observado la producción de una nube de iones positivos nocivos para la salud, y el campo electromagnético, a su vez, incrementa su intensidad al reducir los iones la resistencia de la atmósfera a su alrededor.
Los ecosistemas circundantes se ven afectados: se ha comprobado, por ejemplo, como cerca de las líneas de alta tensión las abejas dejan de recoger polen y producir miel y acaban matándose entre si; las aves pierden su sentido de orientación; los peces y animales abandonan los arroyos y las zonas cercanas a las líneas, y los animales domésticos comienzan a perder peso (las vacas incluso dejan de producir leche). A ello hay que añadir el peligro de descargas eléctricas - sobre todo si hay nieblas o riego - capaces de producir incendios de dificultosa extinción (la conductividad del humo origina tremendas descargas eléctricas).
Como vemos, las líneas de alta tensión suponen un peligro para la vida, al alterar el equilibrio que ésta requiere. Por tanto, procuremos apartarnos de ellas y exijamos de las compañías eléctricas las medidas de seguridad y los informes que hasta ahora han escamoteado.